Todo lo que sabemos sobre este santo, aparte de que fue obispo, es que recibió su educación, como él mismo lo cuenta, de un escita o un godo muy inteligente que había estudiado en Antioquía. San Asterio, que ya antes de recibir las ór denes sagradas se dedicaba a la oratoria, fue un predicador notable; se conser van veintiuna homilías suyas. En su panegírico de San Focas defendió el culto de los santos, la veneración de sus reliquias, las peregrinaciones a sus santuarios y los milagros obrados por ellos. En el siguiente sermón, que trata de los santos mártires, dice San Asterio: "Conservamos sus cuerpos en preciosos sepulcros porque son vasos de bendición, órganos de sus benditas almas y tabernáculos de sus santos espíritus. Nos ponemos bajo su protección, porque los mártires defienden a la Iglesia como los soldados guardan un fuerte. Los cristianos acu den de todas partes y celebran grandes fiestas para honrar sus sepulcros. Los mártires presentan a Dios nuestras oraciones. .." San Asterio describe magní ficamente las solemnes ceremonias con que las multitudes celebraban la fiesta de los mártires. Como algunos criticasen la veneración de los mártires y de sus reliquias, el santo respondió: "No veneramos a los mártires en cuanto hombres sino en cuanto fieles servidores de Dios. Depositamos sus reliquias en hermosos sepulcros y les construimos ricos santuarios para sentirnos movidos a emular los honores que les tributamos."
El Martirologio Romano no hace mención de este San Asterio, en cambio nombra, el 21 de octubre, a otro santo del mismo nombre y afirma que fue él quien sacó el cuerpo de San Calixto del pozo en el que había sido arrojado. Este segundo Asterio fue ahogado en el Tíber.
No existe ninguna biografía propiamente dicha del santo. En Acta Sanctorum, oct., vol. XIII, se hallarán reunidas las referencias que se encuentran en diversas obras. Algunos de sus sermones han sido objeto de estudios especiales; véase por ejemplo, A. Bretz Sutdien und Texte zu Asterius van Amasea, y M. Richard, en Revue Biblique, 1935, pp. 538.548.
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