viernes, 21 de octubre de 2011

BEATO MATEO DE GIRGENTI


21 de octubre

 BEATO MATEO 
DE
GIRGENTI,(*) 
Obispo
(1450 P.C)
   EL Beato Mateo nació en Girgenti, Sicilia. Renunciando a su fortuna y a una brillante carrera en el mundo, tomó el hábito de los conventuales de San Fran cisco a los dieciocho años. Poco después, al oír hablar de San Bernardino de Siena, cambió el hábito de los conventuales por el de los observantes y llegó a ser uno de los más íntimos amigos de San Bernardino. Con él recorrió toda
Italia, ayudándole en la predicación. El desorden de la época había producido una gran relajación de costumbres: la simonía se practicaba abundantemente entre el clero, y los laicos habían caído en la indiferencia religiosa. Mateo, pensando en la miseria espiritual de su país, retornó a Sicilia, donde predicó incansablemente y logró arrancar de la apatía al clero y al pueblo, sobre todo mediante la devoción del Santo Nombre de Jesús.

   Los habitantes de Girgenti eligieron obispo a Mateo, quien no quería aceptar, hasta que el Papa Eugenio IV le obligó a ello. El primer cuidado del beato fue restablecer la disciplina y desarraigar la simonía. Naturalmente, ello sucitó una violenta oposición en su contra. Sus enemigos le calumniaron y el santo obispo tuvo que ir a Roma para defenderse. El Papa reconoció su inocencia y le restituyó a su sede. De nuevo volvió el beato a combatir los escándalos y otra vez le acusaron sus enemigos de perturbar la paz. Entonces Mateo, juzgándose incapaz de gobernar una diócesis, pidió al Sumo Pontífice permiso de renunciar a su cargo, el Papa cabó por acceder a sus súplicas. El beato volvió entonces al convento que había fundado; pero el superior, que albergaba ciertos prejuicios contra él, se negó a admitirle, diciendo que quien por ambición había aceptado el gobierno de una diócesis, sin ser capaz de cumplir con las obligaciones de su cargo, no haría más que destruir la paz y la armonía de la comunidad. Entonces, Mateo se refugió entre sus antiguos amigos, los conventuales; pero al poco tiempo el provincial de los observantes le rogó que volviese con sus hermanos y así lo hizo. Dios le concedió todavía algunos años de vida. Durante su última enfermedad, como los observantes no pudiesen procurarle atención médica pues eran muy pobres y vivían muy aislados, le enviaron al convento de los conventuales, donde murió. El culto del Beato Mateo fue confirmado en 1767.

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