martes, 6 de marzo de 2012

SAN OLEGARIO, Obispo de Barcelona


6 de marzo


SAN OLEGARIO,
Obispo de Barcelona
(1136)



 
   Uno de los blasones con que se ennoble ce Barcelona es el poder contar entre sus ilustres hijos al glorioso san Olegario, dig nísimo prelado de la ciudad condal y ar zobispo da Tarragona. Fue su padre de la orden ecuestre y muy valido del conde de Barcelona, don Ramón Berenguer, pri mero de este nombre. Su madre, llamada Gullia, era matrona nobilísima y santa, descendiente del antiguo linaje de los go dos, la cual, criando a sus pechos al niño Oleguer, le dio con la leche la educación de buenas y santas costumbres. Inscribiéronle a la edad de diez años en el gre mio de los canónigos de la santa catedral de Barcelona, y ordenado de sacerdote a la edad competente, salió gran maestro, doctor y predicador famosísimo. Mas él renunció a la prebenda y tomó el hábito de los canónigos regulares de San Agustín en el convento de San Adriano, de donde por huir de la dignidad de prior, pasó a la abadía de San Rufo, que era un con vento de la misma Orden en la Proven za. No pudo al fin prevalecer su humildad, y tuvo que rendirse a la voluntad de Dios, que le había escogido para que fuese resplandeciente lumbrera de su santa Iglesia. Fue, pues, elegido prior en la Pro venza, y llamado después por voz común a la silla episcopal de Barcelona, y final mente, escogido para la Cátedra metropo litana de Tarragona, con riguroso manda miento del Sumo Pontífice. Asistió al Con cilio Lateranense, convocado por Calixto II, el cual le hizo legado suyo a latere para el reino de España, y en el concilio de Clermont, nuestro santo declaró exco mulgado al antipapa Anacleto, e hizo venir a concordia al conde don Be renguer con la señoría de Géno va, puso paces en Zaragoza entre don Alonso, rey de Castilla y don Ramiro, rey de Aragón, reedificó iglesias, labró monasterios, concordó pleitos, hizo grandes limosnas, y sobre todas estas obras ilustres, fue siempre un espejo, de toda virtud, un ángel de paz y un gran santo. Estando cierto día en el fervor de la contemplación, todo absorto y fuera de los sentidos, pidió a Dios nuestro Señor le hiciera la gracia de revelar le el tiempo de su partida y última hora. Concedióle Dios su petición, y en un sínodo a que asistió nuestro santo, dijo a los sinodales que sería aquella la última vez que les predicaría; y se vio ser así. Reci bió con mucha devoción los santos sacramentos, y diciendo en voz muy clara a Jesucristo y a su Madre Santísima: «En vuestras manos encomiendo mi espíritu», entregó su bendita alma al Creador. Fa lleció a los setenta y seis años de su vida, y fue luego canonizado al uso antiguo de la Iglesia, que era la veneración de los fieles y el permiso de los Sumos Pontífices, y más tarde por el Papa Inocencio XI, acreditando el Señor la santidad de su siervo con grandes y numerosos prodigios. Consérvase incorrupto su santo cuerpo en la capilla del Sacramento, de la cate dral de Barcelona.

REFLEXIÓN

   Aunque en los procesos de canonización de este gran santo se refie ren innumerables milagros, con todo eso, el cielo, para ostentar más su gloria, ha dispuesto le tenga el mundo por abogado especial de las mujeres que tienen partos peligrosos, las cuales invocándole han han ha llado luego su alivio, socorro y total con suelo, y si las criaturas nacen con algún evidente achaque y riesgo de perder la vida, con sólo invocar a san Ole gario sus padres, han experimentado el beneficio manifiesta de su celestial protección, y da do gracias al Señor que así ha querido glorificar a su siervo santísimo.

ORACIÓN

   Concédenos, oh Dios omnipo tente, que la venerable solemnidad de tu pontífice y confesor Olegario, acreciente en nosotros la devoción y la salud espi ritual y eterna de nuestras almas. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

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