26 de marzo
SAN BASILIO EL JOVEN,
Ermitaño
(952)
La historia del ermitaño San Basilio el joven, escrita originalmente por su discípulo Gregorio, ha llegado a nosotros a través de los griegos que obviamente mezclaron la fábula con la historia. Según esta traducción, el santo tenía una celda no lejos de Constantinopla. Pero, bajo el gobierno de León VI y Alejandro, fue llevado a la ciudad, arrestado bajo sospecha de espionaje. Como se rehusara a contestar los cargos que se le atribuían durante un minucioso examen, fue golpeado con varas y suspendido de los pies. Fue después expuesto a los leones, pero como no recibiera de ellos ningún daño, fue arrojado al mar y se dice que fue devuelto a tierra sano y salvo por los delfines -favorita forma de rescate entre los griegos, tanto paganos como cristianos-. Al día siguiente, temprano por la mañana, fue caminando a la ciudad, donde curó de fiebre a un hombre que era llevado en camilla y que lo recibió en su casa. Sus milagros y su santidad se hicieron pronto famosos. Fue varias veces seriamente maltratado, debido a la firmeza con que censuraba la maldad en las altas esferas. Cuando Constantino Porfiriogénito trataba de obtener una parte del imperio, el santo le predijo su fracaso y profirió muchas otras notables profecías. Basilio nunca tuvo escrúpulos en amonestar a las princesas Anastasia e Irene cuando consideraba que la reprensión era necesaria. Murió a la edad de cien años y fue sepultado en la iglesia de un monasterio de monjas en Constantinopla.
Véase el Acta Sanctorum, marzo, vol. III, donde el texto griego está impreso.
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