5 de marzo
BEATO NICOLÁS FACTOR,
Confesor
El bienaventurado Nicolás Factor nació en Valencia de España, de padres humildes y piadosos. Desde muy niño comenzó a ejer citar la caridad con los enfer mos, porque hallando a la edad
\le diez años, a la puerta del hospital de San Lázaro a una pobre mujer cubierta de asquerosa le pra, con gran devoción se hincó de rodillas a sus pies y le be só las llagas. Preguntóle otro niño cómo no tenía asco de poner los labios en cosa tan asquerosa. No he besa do, respondió el santo niño, las llagas asquerosas de esta pobre cita, sino las llagas preciosas y amabilísimas de Jesucristo. Cre ciendo en edad; salió muy aven tajado en las letras humanas, escribía san tas poesias en lengua latina y castellana, tañía varios instrumentos, cantaba con voz excelente, y pintaba con singular habili dad imágenes de Cristo y de su Santísima Madre. Cuando su padre pensaba casar le, nuestro Señor le llamo para su servi cio en el convento de Santa María de Jesús que está a un cuarto de hora de la ciudad de Valencia. No hubo religioso alguno entre aquellos hijos de san Francisco que no se mirase en él como en un espejo de perfección. El Señor le glorificaba aún en el púlpito con raras y estu pendas maravillas, porque casi siempre que predicaba se arrobaba con éxtasis se ráficos elevándose algunas veces su cuer po en el aire sin tocar con los pies en el suelo, y después que volvía en si, prose guía el sermón tomando el hilo del discur so, donde lo había dejado. Y no sólo pre dicando gozaba el siervo de Dios de estas delicias divinas, sino también cele brando el divino sacrificio, dando la Co munión, conversando de cosas santas, en su celda; en el confesionario, en las públicas procesiones,de suerte que por muchos años fue casi todos los días y por vailas veces elevado en éxtasis, que algunas veces duraban horas enteras. Transfórmábasele entonces el semblante, popiéndosele muy encendido y hermoso, despidiendo a veces rayos de luz, y ardiendo sus carnes como ascua. Predicando en Barcelona se elevó de la tierra más de un palmo en presencia de un concurso numerosísimo. Visitaba en Valencia con singular afición el hospital de San Lázaro; allí limpiaba a los lepro sos y los lavaba con aguas odoríferas, les daba de comer, les hacía las camas, los desnudaba y ponía en ellas, y con gran devoción les besaba las llagas puesto de rodillas. Finalmente, después de una vida llena de maravillas y prodigios de caridad y penitencia, expró pronunciando el dul císimo nombre de Jesús, a la edad de se senta y tres años. Quedó su sagrado ca dáver flexible y exhalando suavísima fra gancia durante los nueve días, en que estuvo expuesto para satisfacer a la devo ción de los fieles, como consta por el tes timonio de jurídico reconocimiento. Diéronle sepultura en un lugar señalado, y en vista de los continuos prodigios que dispensaba Dios a los que imploraban su patrocinio, el sumo Pontífice Pío VI le declaró beato en el año 1786.
REFLEXIÓN
Este serafín extático ofrecía muchas veces, como otros muchos santos, un magnífico argumento de la divinidad de nuestra fe. Porque ningún hombre de sano juicio puede poner en duda sus arro bamientos y elevaciones, pues semejantes maravillas eran públicas, repetidas, sensi bles y manifiestas a los ojos de un nume roso concurso. Pues, ¿quién podría mirar cómo el cuerpo del santo se levantaba de la tierra y quedaba suspenso en el aire cercado de celestes resplandores, sin echar de ver hasta con los ojos una brilláhtísi ma prueba de nuestra Religión celestial?
ORACIÓN
Oh, Dios, que encendiendo con el fuego inefable de tu caridad al bien aventurado Nicolás tu confesor, hiciste que. te siguiese con puro corazón, concé denos a tus siervos, que llenos del mismo espíritu, y ardiendo en caridad, corramos sin tropiezo por el camino de tus manda mientos. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
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