miércoles, 8 de febrero de 2012

SAN JUAN DE MATA, Confesor



8 de febrero


SAN JUAN DE MATA,
Confesor
n. 23 de junio de 1160 en Provenza, Francia;
† 12 de diciembre de 1223 en Roma, Italia



El mayor entre vosotros
ha de ser vuestro servidor.
(San Mateo 23, 11)

Este santo es el fundador de la orden de la Santísima Trinidad, destinada, al igual que la que más tarde fundó San Pedro Nolasco, al rescate de los cristianos cautivos de los moros. Tan baja opinión tenía de sí mismo y un respeto tan grande por el sacerdocio, que no consintió en ser ordenado sino por obediencia a los insistentes requerimientos del arzobispo de París. En el mismo día de su primera misa Dios le inspiró la generosa resolución de trabajar para la salvación de los cristianos que gemían en la esclavitud.

MEDITACIÓN
SOBRE LOS TRES MOTIVOS
QUE DEBEN MOVERNOS
A HUMILDAD

I. La verdadera humildad está basada sobre el conocimiento de sí mismo. ¿Qué eras antes de que Dios te creara? ¿Dónde estabas? ¿Qué hacías? Eras nada; Dios, por su bondad, hizo que fueses. Sin embargo, te glorías de ello; te crees necesario para la gloria de Dios y para la salvación de las almas, te crees indispensable para la familia o para la sociedad de que formas parte. Sin ti muy bien se las arreglaron Dios y los hombres antes de tu nacimiento; igualmente sucederá después de tu muerte.

II. ¿Y qué eres al presente? Tu cuerpo no es sino corrupción; tu alma, ignorancia y malicia. Tu vida es una llama que el menor soplo apaga. Cuida cuanto quieras tu salud, es preciso que, por fin, tu vida acabe, y que tus grandes proyectos se disipen en humo. ¡Oh hombre! si conocieses tu nada, conocerías la grandeza de tu Dios y serías humilde en su presencia. Para conocer a Dios, aprende a conocerte a ti mismo (San Cipriano).

III. ¿Qué serás durante toda la eternidad? ¿Quién lo sabe? Ignoras si serás víctima del infierno o heredero del paraíso. Puedes tener vanidad cuando te dices a ti mismo: Yo no sé adónde iré después de mi muerte; mi cuerpo descenderá a la tumba, pero, mi alma, ¿a dónde irá? Humíllate delante de los hombres. Ése que ahora te parece despreciable y malo, acaso un día esté más elevado que tú en el cielo. ¡Señor Jesús, haced que os conozca y que me conozca a mí mismo! (San Agustín).

El amor a las humillaciones.
Orad por los que os persiguen.

ORACIÓN

Oh Dios, que milagrosamente habéis instituido, por medio de San Juan de Mata, la orden de la Santísima Trinidad, para el rescate de los cautivos del poder de los sarracenos, haced, benignamente, que ayudados por sus méritos
y por vuestra gracia, seamos librados de la cautividad del cuerpo y del alma. Por J. C. N. S.

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