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En su niñez y su juventud, Buenaventura era un pastor en los campos cercanos a Barcelona. A la edad de diecisiete años, se casó, pero apenas dos años más tarde murió su mujer, y él ingresó como hermano lego en el convento de los franciscanos. Era un hombre de profunda espiritualidad, y sus éxtasis llegaron a ser bien conocidos por todos los que le rodeaban. Sus superiores le enviaron a Roma, donde fue portero en el convento de San Isidoro. Pero tampoco ahí se pudo ocultar su virtud y, gracias al interés que se tomaron por él dos cardenales, pudo Buenaventura establecer en Ponticelli la primera de varias casas de retiro o ermitas para los miembros de su orden, a pesar de que los superiores no veían con buenos ojos la empresa. El más conocido de esos establecimientos se encontraba en la propia Roma, en el Palatino. Buenaventura murió en 1684 y fue beatificado en 1906. Ver el Acta Ord. Frat. Minorum, vol. XXIX (1910); a Fr. Leonardo de Popí, en Il B. Bonaventura (1906). |
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