miércoles, 23 de mayo de 2012

APARICIÓN DE SANTIAGO APÓSTOL


23 de Mayo


APARICIÓN DE 
SANTIAGO APÓSTOL



   Entre los innumerables y señalados beneficios que ha recibido España de su bienaventurado apóstol y defensor Santiago, es digno de eterna recordación y agradecimiento el que alcanzó en Clavijo. Porque dominando aún en España los sarracenos y oprimiendo a los pueblos cristianos con graves y deshonrosos tributos, el rey Rainiro, que había subido al trono de León, rechazó sus injuriosas demandas y procuró con toda sus fuerzas enflaquecer el poder de los moros y librar a nuestra patria de aquella tan dura servidumbre. Hizo pues un llamamiento general a las armas, y juntando un poderoso ejército se entró en las tierras de los enemigos. Abderramán lleno de coraje, llamó en su auxilio hasta las tropas africanas, para salir a su vez al encuentro de los cristianos. Encontráronse los ejércitos cerca de Avelda y en aquella comarca se dio la batalla de poder a poder, y pelearon con dudoso suceso, hasta que cerrando la noche, mandó don Ramiro re tirar sus tropas cansadas y destrozadas al vecino collado llamado Clavijo, donde se fortificó lo mejor que pudo e hizo curar a los heridos. El rey, oprimido de tristeza y de cuidado, se quedó adormecido, y entre sueños se le apareció un varón celestial de gran majestad y grandeza, y preguntándole el rey quién era: "soy, respondió, Santiago Apóstol, a quien ha con fiado Dios la protección de España. ¡Buen ánimo! mañana te ayudaré y alcanzarás ilustre victoria de tus enemigos". Despertó el rey con esta visión y dio cuentas de ella a los obispos que seguían su campo y a los capitanes del ejército; y al amanecer, dada la señal del combate, bajaron las huestes españolas del monte; y como bravos leones se arrojaron sobre los bárbaros, invocando el nombre de Santiago. Asombráronse los sarracenos al ver el ímpetu y valor con que los acometían unos enemigos a quienes contaban por vencidos, y creció más su confusión con los favores que nos vinieron del cielo. Porque Santiago, cumpliendo la palabra que había dado al rey, se dejó ver en el aire, cercado de una luz resplandeciente, que a los cristianos infundía grande confianza y fortaleza, y a los moros terror y espanto. Venía el santo Apóstol montado en un blanco corce1 en una mano traía un estandarte blanco en medio del cual campeaba una cruz roja, y con la otra mano blandía una espada fulminante que parecía un rayo. Capitaneando así nuestra gente se alcanzó la más ilustre victoria. Unos setenta mil sarracenos cayeron muertos en el campo, quedando humillada desde aquel día la soberbia de los moros, y España libre del ignominioso tributo.

REFLEXIÓN
  Desde este tiempo comenzaron los soldados españoles a invocar en las guerras al glorioso apóstol como a su valeroso y singular defensor, lo cual hacen en todas las batallas, y la señal para acometer y cerrar con el enemigo, hecha oración y la señal de la cruz, es invocar al santo y decir: "¡Santiago, cierra España!" Y por este singular patrocinio del santo apóstol han tenido felicísimas sucesos y acabado cosas tan extrañas y heroicas que humanamente no parece que se podían hacer. Invoquemos también nosotros al santo para que nos defienda de nuestros enemigos visibles e in visibles y especialmente de los demonios y hombres diabólicos que causan la perdición temporal y eterna de los hombres.

ORACIÓN

   ¡Oh gloriosa Santa Rita de Casia! Con el alma llena de confianza por los continuos favores que alcanzas del cielo, en bien de tus fieles devotos, vengo hoy a tu presencia, a rogarte que intercedas con tu Amado Esposo y Redentor del mundo, a fin de que oiga benigno lo que solicito de su gran poder e infinita misericordia. A ti, que recibiste en el transcurso de tu larga y santa vida, tantas y tan repetidas muestras de ser un alma privilegiada de su Amor, te atenderá bondadoso, si le ruegas por mí con ese ardiente fervor que siempre te animaba cuando te postrabas a orar a los pies del santo Crucifijo. Por J. C. N. S. Amén.

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