jueves, 1 de marzo de 2012

BEATO ROGELIO LE FORT, Arzobispo de Bourges


1 de marzo


BEATO ROGELIO LE FORT,  
Arzobispo de Bourges

   Aunque el culto a Rogelio Le Fort no ha sido nunca oficialmente aprobado, el Acta Santorum hace mención de él. Su elevación a la sede episcopal de Orléans fue el resultado de una broma. Según afirma la leyenda, el día de la elección del nuevo obispo, Rogelio criticó duramente a a los canónigos que trataban a toda costa de ser elegidos sin pensar en las responsabilidades y dificultades de la dignidad episcopal. Fingiendo la mayor seriedad, Rogelio dijo a uno de los canónigos que dirigían la elección: "Espero que los electores piensen den mí, porque yo también quisiera ser obispo". El canónigo tomó en serio las palabras de Rogelio, informó a sus compañeros y toda la asamblea lo eligió por aclamación. Entonces, el prelado que presidía se levantó y dijo: "Hermanos, el cielo y la tierra son testigos de que habéis elegido obispo al noble Rogelio. De acuerdo con vosotros, declaro obispo a aquel por quien habéis votado, pues es un hombre de eminente santidad y prudencia. El Espíritu Santo ha hablado claramente y no podemos oponernos a Su voz, sin incurrir en una falta muy grave". En vano protestó Rogelio contra esta elección unánime, diciendo que había sido una broma y que ni quería ser obispo, ni tenía las cualidades necesarias para ello. El pueblo ratificó la elección y Rogelio tomó el cargo, sin que valieran sus protestas. A su entrada en Orléans, el día de su consagración se renovó la antigua costumbre de poner en libertad a todos los prisioneros.
   Rogelio fue posteriormente trasladado a la sede de Limoges, y en 1343 fue nombrado arzobispo de Bourges. La historia le recuerda especialmente por haber introducido en su diócesis la fiesta de la Inmaculada Concepción y por lo mucho que trabajó para propagar esa devoción. Murió a los noventa años y dejó todas sus posesiones para que los hijos de familias pobres pudiesen recibir una educación adecuada. La piedad del arzobispo le había ganado la veneración de los fieles. Inmediatamente después de su muerte, su tumba se convirtió en un sitio de peregrinación, en el que, según se dice, ocurrieron muchos milagros.

   Ver Acta Sanctorum, marzo, vol. 1; y Cochard, Saints de l'Eglise d'Orléans, pp. 487-495

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