11 de diciembre
SANTOS FUSIANO, VICTORICO y GENCIANO,
Mártires
(Fecha desconocida)
La historia de estos mártires cuenta que Fusiano y Victorico eran unos misioneros romanos que partieron de las Galias al mismo tiempo que San Quintín y se dedicaron a evangelizar a los morinos. Victorico se estableció en Boulogne, y Fusiano en Theróuanne, o mejor dicho en el pueblecito de Helfaut, donde construyó una iglesita. Ambos santos tuvieron que hacer frente a la oposición de los galos y de los romanos, pero lograron convertir a muchos paganos. Al cabo de algún tiempo, visitaron juntos a San Quintín; pero como en Amiens la persecución estuviese en todo su furor, se dirigieron a Sains, donde se alojaron en casa de un anciano llamado Genciano, un pagano que veía con buenos ojos al cristianismo. Hablando con él, los dos misioneros se enteraron de que San Quintín había sido martirizado hacía seis semanas. El gobernador Ricciovaro tuvo noticia de que en Sains había dos sacerdotes cristianos y partió a buscarlos con un pelotón de soldados. Genciano le recibió con la espada desenvainada, le reprendió por perseguir a los cristianos y le dijo que estaba pronto a morir por el verdadero Dios. Ricciovaro le mandó decapitar ahí mismo. Fusiano y Victorico fueron conducidos a Amiens. Como se negaron a abjurar de la fe, a pesar de las torturas a las que fueron sometidos, Ricciovaro les mandó decapitar en Saint-Fuscien-aux-Bois. Una de las versiones de la historia relata que Fusiano y Victorico, después de la ejecución, se echaron a caminar, y que Ricciovaro se volvió loco ante tal espectáculo.
Existen varias versiones de estas actas. El texto puede verse en Mémoires de la Société des antiquaires de Picardie, vol. XVIII (1861), pp. 23-43. Se trata claramente de una fábula basada en la leyenda no menos increíble de San Quintín (31 de oct.); pero, como el Hieronymarium menciona a San Fusiano y sus compañeros, hay cierta garantía de que su martirio haya tenido realmente lugar en el sitio indicado. Duchesne estudia el punto en Fastes Episcopaux, vol. III, pp. 141-152.
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