9 de julio
BEATA MARÍA CLARA
Mártir
(1900)
María Clara (Clelia Nanetti), fue una de las siete religiosas que en 1898 fueron enviadas a China, a pedido de monseñor Francisco Fogolla, obispo coadjutor en Chan-Sí. Nació el 9 de enero de 1872 en Santa María Magdalena, provincia de Rovigo (Italia). Sus padres la reciben con alegría; en esta hija todo será rápido, precoz, ardiente. Querida, amada por todos en su casa y en su pueblo, de naturaleza impulsiva, exuberante, rica; inteligente y alegre, asimila todo muy rápidamente: en la escuela, sus maestras tratan de disciplinarla. Al terminar la escuela elemental, se dedica a las tareas del hogar. Es encantadora y el mundo la espera, pero Clelia se siente atraída hacia lo religioso. ¿Será el primer indicio de su vocación religiosa? Sus padres la obligan a ir a un baile, pero en su corazón la elección está hecha. Bernabé, su hermano franciscano, le ayuda en el camino de su entrega a Dios. A los 18 años pide a sus padres ser religiosa, pero éstos piensan que es el idealismo de tantas jóvenes de esa edad. Clelia sabe lo que quiere, y comienza la lucha. Toma conciencia de los sufrimientos, la amargura, los odios, la desesperación... toda la miseria del mundo, y se despierta en ella el deseo de entregarse, de servir, de vivir y anunciar el Evangelio.
A través de su hermano conoce el Instituto de las Franciscanas Misioneras de María, y el horizonte de las misiones se abre ante ella. Su fuerte personalidad la impulsa a una firme decisión, y el 24 de enero de 1892 entra al prenoviciado; en abril del mismo año comienza el noviciado y recibe el nombre de María Clara. Así será su vida, su entrega: naturaleza franca, transparente, ardiente, Clara personifica la misionera alegre, generosa, olvidada de sí, tal vez muchas veces demasiado rápida, pero siempre pronta al sacrificio por los demás.
En China, a la propuesta del obispo de alejarse del lugar del peligro, Clara, exclama: «¿Huir, monseñor? ¡Oh, no! Vinimos para dar nuestra vida por Dios, si fuese necesario».
Sin embargo, como el peligro amenaza también a las huérfanas, monseñor hace preparar dos carros que las llevarán a un pueblo cristiano, y Clara debe acompañar al grupo. Pero, la puerta ya está bloqueada y deben volver... Su deber cumplido, la misionera regresa contenta...
En el combate final, dicen que fue Clara la primera en recibir el golpe mortal... tal vez su elevada estatura llamaba la atención... tal vez porque lo que veía como voluntad de Dios lo hacía siempre rápidamente... Su última palabra fue, sin duda, la que constantemente repetía: «¡Siempre adelante!»
Fue martirizada junto con sus seis compañeras, el 9 de julio de 1900, en Taiyuanfu (China) y beatificada el 24 de noviembre de 1946, en Roma, por el papa Pío XII.
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