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domingo, 1 de abril de 2012

SANTA JULIANA DE MONTE CORNILLÓN, Virgen


1 de abril


SANTA JULIANA DE
MONTE CORNILLÓN,
Virgen



   Juliana fue la hija segunda del matrimonio de Enrique y Frescinda, vecinos del pueblo de Retina, cerca de Lieja. Nació en 1192 y quedó huérfana a los cinco años. Junto con su hermana Inés, que tenía seis, fue llevada al convento de Monte Cornillón, recientemente fundado, cuyas religiosas se dedicaban, además del Oficio divino, al cuidado de los leprosos y enfermos.

   Demasiado niñas las dos hermanas para aplicarse a las obras de caridad, fueron puestas bajo la dirección de sor Sapiencia, una religiosa que las instruyó en los rudimentos de la doctrina cristiana y las inició en las virtudes que son la base de la vida espiritual: obediencia, humildad, mortificación y penitencia.

   Los biógrafos, que han dejado en la penumbra a Inés, nos hablan de la brillante santidad de Juliana. Dotada de excepcionales cualidades, aprendió el Salterio de memoria, demostró un amor por la soledad y un celo intemperante por la mortificación, de lo que tuvo que corregirla su maestra, hasta hacerla entender que la obediencia vale más que los sacrificios.

   A los catorce años pidió su admisión entre las hermanas del convento, recibiendo el hábito de profesa en 1207. Entonces estudió latín para instruirse más a fondo en las verdades de la fe, llegando a leer sin dificultad a San Agustín y San Bernardo.

   Dios derramó sobre aquella alma privilegiada abundantes bendiciones, sobre todo durante la celebración de los sagrados misterios.

   A los seis años tuvo una visión que no pudo comprender. Vio la luna resplandeciente de luz, pero atravesada de una mancha oscura, que parecía cortar el globo en dos partes. Habló de su visión a las religiosas, pero no supieron desentrañársela; es más: le dijeron que era peligroso investigar en la misma. Sin embargo, la noticia se divulgó por Lieja y la reputación de la pequeña tomó incremento.

   La devoción de Juliana por la sagrada Eucaristía iba en aumento, guiada por Sapiencia, su maestra, la cual, habiendo sido nombrada priora, hizo construir para Juliana un oratorio, donde la fervorosa joven pudiera entregarse libremente a la oración.

   Pero la visión que contemplara de niña se le presentaba continuamente a su espíritu, llenándola de turbación y congoja. Al fin, a fuerza de súplicas, consiguió que se le revelara el misterio. Una voz celestial le manifestó que el globo de la luna era figura de la Iglesia militante, y la mancha representaba la falta de una fiesta especial al Santísimo Sacramento, queriendo Dios que fuera instituida dicha fiesta, pues el Jueves Santo, que conmemoraba tal celebración, al coincidir con la Semana Santa no dejaba lugar a la solemnidad requerida.

   El alma de Juliana se llenó de inmenso gozo al ver descifrado el enigma. Humillábase en la presencia del Santísimo Sacramento y pedía favor al Altísimo para llevar adelante su propósito.

   Luchó para conseguir que se estableciera esta fiesta, pero murió sin ver cumplido su deseo.

   Enn el año de 1264, 9 años después de su muerte, el Santo Papa Urbano IV estableció la Fiesta del Corpus Christi, cuyo oficio se debe a la inspiración de Santo Tomás de Aquino, el Doctor Seráfico de la Iglesia.

   Es así como el Jueves de CORPUS el día del año especialmente dedicado por nuestra Santa Iglesia para honrar el Cuerpo de Nuestro Señor Jesucristo, pero no su Cuerpo muerto como el Viernes Santo, sino unido a su Alma y su Divinidad, Su Cuerpo vivo y no solamente vivo, sino vivificante.

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