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domingo, 1 de abril de 2012

SAN HUGO DE BONNEVAUX, Abad


1 de abril


SAN HUGO DE BONNEVAUX, 
Abad
(1194 d. C.)


   En una de sus cartas San Bernardo prodiga grandes alabanzas a un novicio llamado Hugo, que había renunciado a una fortuna considerable y entrado en la abadía de Méziéres siendo muy joven, contra los deseos de sus parientes. Se trataba de un sobrino de San Hugo de Grenoble. Un día en que le asaltaban terribles tentaciones de volver al mundo, entró a una iglesia a pedir el auxilio divino. La Virgen de la Merced se le apareció, le miró con gran cariño, y le dijo: "Muestra que eres hombre y abre tu corazón a la fortaleza de Dios. Piuedes estar seguro de que jamás te asaltará de nuevo esta tentación." Hugo se entregó a penitencias tan severas, que acabó con su salud y empezó a perder la memoria; pero logró restablecerse gracias al sentido común de San Bernardo, quien le envió a la enfermería con instrucciones de que le atendiesen bien y le dejasen hablar con quien quisiera.

   Poco después, Hugo fue nombrado abad de Bonnevaux, y la abadía floreció mucho bajo su gobierno. Se cuenta que podía leer el pensamiento y que tenía un sentido especial para descubrir las tentaciones de sus hermanos. Los relatos que han llegado hasta nosotros confirman sus dones de adivinación y exorcismo. Como el de tantas otras lumbreras de la vida monástica, el celo de Hugo no se confinaba a su monasterio ni a su orden. Movido por divina inspiración, fue a Venecia en 1177 para actuar como mediador entre el Papa Alejandro III y el emperador Federico Barbarroja. Gracias a él, se hizo la paz entre los dos. San Hugo murió en 1194, y su antiquísimo culto fue aprobado en 1907.

   En Acta Sanctorum, abril, vol. I, se hallarán algunos detalles tomados de las crónicas de Helinando, Vicente de Beauvais, etc. G. Müller, en Cistercienser-Chronik, vol. XI, (1899), publicó en varios números una biografía completa, basada en gran parte en los cartularios de Bonnevaux y Léoncel, publicados por el canónigo Ulises Chevalier. Ver la vita en Collectanea O. C. R., vol. VI (1939), pp. 214-218, editada por A. Dimier, así como el  St. Hugues de Bonnevaux (1941) del mismo autor.

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