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martes, 10 de julio de 2012

BEATO FRANCISCO PINAZO PEÑALVER Mártir


10 de julio



BEATO FRANCISCO PINAZO PEÑALVER
Mártir
(1860)


   El hermano lego Francisco Pinazo Peñalver, nació en Alpuente, aldea de Chopo (Valencia), el 24 de agosto de 1802, y le impusieron en el bautismo el nombre de Bartolomé. De pequeño se dedicó a cuidar, como pastor, del ganado de sus padres, y ya en la adolescencia y juventud se dedicó a las tareas del campo. Desengañado por el contratiempo que tuvo con su prometida, que lo pospuso a otro joven, ingresó como pretendiente o donado en el convento franciscano de Chelva (1825-30), y, a principios de 1831, comenzó su noviciado para hermano laico en el convento de San Francisco de Valencia bajo el magisterio del P. Francisco Oltra. En febrero de 1832 hizo su profesión en manos del P. Pascual Flores, a la sazón guardián de aquella casa, cambiando en esta ocasión su nombre de bautismo por el de Francisco.

  Fue enviados seguidamente al convento de clarisas de Gandía, donde una pequeña comunidad de franciscanos las atendía espiritualmente. Allí desempeñó como sacristán. Allí tuvo de superior al P. Ignacio Crespo, fallecido en noviembre de 1834, predicador general, ex-definidor y confesor ordinario de las Monjas, el cual, en el capítulo provincial de 1833, fue sustituido por el P. Pascual Flores, predicador general, ex-secretario provincial y definidor en aquellos momentos. A los pocos años de la estancia del Beato en Gandía, se produjo en España, en 1835, la desamortización de bienes eclesiásticos por obra del ministro Juan Álvarez Mendizábal. Se suprimieron todos los conventos y monasterios de España, vendiendo en pública subasta los bienes del clero regular y secular. Aunque ante tales medidas Francisco Pinazo tuvo que abandonar su condición de religioso, pudo continuar con el cargo de sacristán de la iglesia del monasterio de clarisas de Gandía, a las que no había afectado la ley de desamortización religiosa. Once años consecutivos estuvo al servicio de las Monjas Clarisas de Gandía; y aunque sentía abandonar su retiro provisional y la compañía de sus amadas hermanas, anhelando acabar su triste situación de exclaustrado y volver a vestir el santo hábito, el año 1843 embarcó para Tierra Santa, adonde llegó en octubre de aquel mismo año.

   Su primer destino fue Damasco, donde permaneció seis años, con los cargos de cocinero y sastre. Pasó después al Santo Sepulcro, donde estuvo seis meses; luego, a Nicosia (Chipre) el 5 de abril de 1850, donde hizo a la vez los servicios de cocinero, sastre y sacristán de la parroquia latina; después pasó por Nazaret (1852), Jaffa (1853), San Juan in Montana (1854-1855) y Santo Sepulcro (1856-1858), donde pudo compenetrarse de la grandeza de los misterios de la Redención que acaecieron en aquellos lugares.

   En 1858 fue destinado a Damasco, donde, en la madrugada del día 10 de julio de 1860, encontrándose con otro religioso en la azotea del convento, los drusos que lo habían asaltado los arrojaron desde lo alto rematándoles a golpe de maza. Francisco obtuvo así el premio ganado por sus virtudes, esto es, la palma del martirio.

   Fue beatificado, junto con otros siete religiosos de su Orden y tres maronitas seglares, por el papa Pío XI el 10 de octubre de 1926, dentro de las fiestas del VII centenario de la muerte de San Francisco de Asís. La diócesis de Valencia celebra su fiesta litúrgica, junto con la del Beato Carmelo Bolta, el 10 de julio. El Beato Francisco Pinazo rubricó con el supremo testimonio del martirio la ejemplaridad que manifestó en el fiel cumplimiento de sus obligaciones de religioso sencillo y humilde., siendo beatificado por S. S. el Papa Pío XI, en 1926.

   Ver también: Mártires de Damasco.

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