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jueves, 7 de junio de 2012

SAN ROBERTO, Abad


7 de Junio


SAN ROBERTO,
Abad



  He venido a poner fuego en la tierra: 
y ¿qué he de querer sino que arda?
(Lucas, 12, 49).

   San Roberto, abad de Newminster, distinguió se entre todos los religiosos de su Orden por su fervor y su piedad; todos tenían puestos en él sus ojos y lo tomaban por modelo. Sin cesar recomendaba a Dios las almas a su cargo; noche y día pedía con lágrimas la santificación de ellas. Murió el 7 de junio de 1159. Diversos milagros atestiguaron ante los hombres su santidad y la gloria que gozaba junto a Dios.

MEDITACIÓN SOBRE EL FERVOR  

   I. Tener fervor en el servicio de Dios, es hacer todo lo que Dios nos pide con ardor, con prontitud y con alegría. Un hombre fervoroso vuela allí donde le llama el deber. Busca grandes ocasiones de dar a Dios pruebas de su amor; no desprecia las pequeñas; nada le parece difícil, por nada tiene lo que ya ha hecho, arde en deseos de hacer algo más heroico en lo por venir para la gloria de Jesucristo. ¿Te hallas en estas disposiciones? Estuviste en ellas, ¿por qué no has perseverado? Vuelve lo antes posible a ese primer estado de fervor del que te relajaste.

   II. Un hombre fervoroso resiste generosamente a todas las tentaciones; un hombre tibio y flojo sucumbe en ellas. Nada cuesta a un cristiano que está animado de este hermoso fuego: todo incomoda a un cristiano frío, todo le parece difícil e insoportable. El hombre fervoroso está siempre feliz y siempre contento, porque Dios derrama en su alma consolaciones celestiales para recompensarlo por los placeres del mundo que le sacrifica; el cristiano flojo y tibio no goza de los consuelos del Cielo, porque no es lo suficientemente fiel a Dios como para merecer los.

   III. El medio para encender el fervor en tu corazón es, en primer lugar, servir a Dios cada día como si cada día comenzases a servirle; es olvidar el poco bien qué ya hayas hecho, es considerarte como un servidor inútil. Compara lo que has hecho por Dios con lo que Jesucristo ha hecho por ti. En segundo lugar, cada día sirve a Dios como si fuese el último de tu vida. ¿Qué harías ahora si estuvieras seguro de morir mañana?

El fervor
Orad por los que trabajan
en la salvación de las almas.

ORACIÓN

  Haced, os lo suplicamos, Señor, que la intercesión del bienaventurado Roberto, abad, nos haga agradables a Vuestra Majestad, a fin de que obtengamos por sus oraciones las gracias que no podemos esperar de nuestros méritos.

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