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lunes, 30 de enero de 2012

SANTA ALDEGUNDA, Virgen


30 de enero


SANTA ALDEGUNDA,
Virgen



Quien no carga con su cruz y me sigue
no es digno de mí.
(Mat. 10, 38).

   Santa Aldegunda nació en Hainaut, de familia ilustre y vinculada con la casa de Francia; empero, sus virtudes la han hecho más célebre que su nacimiento. Rechazó la mano de un príncipe de Inglaterra para seguir a Jesús en la soledad. Allí Jesús, para festejar las bodas de su casta esposa, cambió en vino el agua que ella había tocado, y ordenó a su ángel custodio que la consolara en sus aflicciones. ¿Dónde encontrar sobre la tierra un esposo de tanto poder y de tanta generosidad como el divino Salvador? Adhiérete, pues, a Él, con vínculos indisolubles, Santa Aldegunda murió a fines del siglo VII.


  MEDITACIÓN
SOBRE LOS TRES GRADOS
DE LA MORTIFICACIÓN   

   I. Esta santa deja la corte para ir al desierto; las delicias, para vivir en la austeridad; la fortuna de un gran príncipe, para seguir a Jesucristo en la pobreza. Desde hace mucho tiempo Jesús te llama, ¿cuándo lo escucharás? ¡Esta santa supera todos los obstáculos, y a ti la más pequeña dificultad te desalienta! Por más fuertes que sean las cadenas que te atan, fácilmente las romperás si amas a Jesús, y si temes al infierno.

   Esta flamante esposa de Jesucristo, después de haber dado prendas de su amor, le pide un obsequio. Escuchad, cristianos descaecidos, la oración de esta santa, y avergonzaos de vuestra cobardía: ella le pide a Dios que le envíe un cáncer que le carcoma el seno, y su oración de inmediato es escuchada. ¿Alguna vez has pedido a Dios algo parecido? Haces promesas a todos los santos para que te libren hasta de la más mínima dolencia que te aqueja. ¡He aquí, sin embargo, las dulzuras de que hace partícipes Jesús a sus amigos; he aquí los favores que éstos le piden

   III. No contenta con dejar los placeres y solicitar los sufrimientos como un favor, pide a Dios la prive de la satisfacción que el hombre experimenta cuando bebe y cuando come. San Pedro le da un poco de maná celestial y todo alimento de la tierra se le vuelve amargo. ¡Qué vergüenza para ti, voluptuoso! ¡Rechaza ella todos los placeres de los sentidos, y tú los buscas afanosamente! Señor, poned amargura en todos mis placeres, a fin de que sólo Vos resultéis dulce a mi corazón.

La mortificación 
Orad por vuestros
superiores temporales.

ORACIÓN

      Escuchadnos, oh Dios, que sois nuestra salvación, a fin de que la fiesta de la bienaventurada Aldegunda, vuestra virgen, al mismo tiempo que regocije nuestra alma la enriquezca con sentimientos de tierna devoción.  Por N. S. J. C. Amén

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