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jueves, 15 de septiembre de 2011

SAN NICETAS EL GODO


15 de septiembre
SAN NICETAS EL GODO,(*)
Mártir
(375 d. C.)
.
   San Sabas y San Nicetas fueron los dos mártires más renombrados entre los godos. Al primero se le conmemora el 12 de abril y al segundo, a quien los griegos colocan en la categoría de los "grandes mártires", en la fecha de hoy. Nicetas era un godo nacido en las riberas del Danubio y convertido a la fe en su juventud por Ulfilas un brillante misionero entre aquellas gentes y traductor de la Biblia a la lengua gótica. Fue Ulfilas quien ordenó de sacerdote a Nicetas. Hacia el año de 372, varios cientos de godos que huían de los hunos invasores se refugiaron en Moldavia y las autoridades romanas les hicieron un mal recibimiento, los maltrataron y vejaron. Inmediatamente, como represalia, el rey Atanarico, señor de los godos de oriente, cuyo territorio lindaba con el imperio romano en las regiones de Tracia, inició una violenta persecución contra los cristianos. Por orden del rey, un ídolo colocado sobre una carreta fue llevado a través de todas las ciudades y aldeas donde se sospechaba que había cristianos, y todo aquel que se negase a adorar al dios, quedaba automáticamente condenado a muerte. Para malar en masa, los perseguidores utilizaban el método de encerrar a los cristianos capturados en casas o iglesias tapiadas y prenderles fuego. En el ejército de mártires que glorificaron a Dios en aquella ocasión, figuró San Nicetas, que selló su fe y su obediencia con su sangre, se purificó de toda culpa al morir en el fuego y entró triunfante a la vida eterna. Sus reliquias fueron llevadas a Mopsuecia en Cilicia, donde tuvieron su santuario; por lo cual, el mártir visigodo fue venerado en las iglesias bizantinas y sirias.

   En Venecia, el 12 de septiembre, se celebra la fiesta de otro San Nicetas, martirizado durante la persecución de Diocleciano.

   El texto en griego sobre la pasión de San Nicetas, tal como lo presentó Metafrasto, se halla impreso con un comentario en Acta Sanctorum, sept. vol. V. Pero en la Analecta Bollandiana, vol. XXXI (1912), pp. 209-215, se imprimió el relato original con anotaciones críticas y un comentario que ocupa las pp. 281-287 del mismo volumen.

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